Caros leitores, apresento-lhes um texto contido no blog do jornalista italiano Sandro Magister, aqui. Trata-se de um comentário ao discurso feito por Bento XVI aos bispos alemães recentemente, tendo o texto do discurso logo abaixo. Não tive como traduzir todo o texto por que a abreviação do tempo não mo permite, mas faço o comentário daquilo que vejo relevante na publicação do post que está logo acima deste. Se resolver ler, boa leitura:
Lo escribe Benedicto XVI a los obispos alemanes. Y quiere que en toda
la Iglesia se respeten las palabras de Jesús en la última cena, sin
inventar otras, como en los misales postconciliares. El texto íntegro de
la carta del papa
de ***
CIUDAD DEL VATICANO, 3 de mayo de 2012 – Las Iglesias de varias
naciones en el mundo restablecen en la misa, una detrás de otra, las
palabras de consagración del cáliz retomadas textualmente de los
Evangelios y en uso durante siglos, pero sustituidas en los últimos
decenios, en casi todas partes, por una traducción distinta.
Mientras
el texto tradicional en su versión base en latín dice todavía: "Hic est
enim calix sanguinis mei […] qui pro vobis et pro multis effundetur",
las nuevas versiones postconciliares han leído en el "pro multis" un
imaginario "pro omnibus". Y en lugar de "por muchos" han traducido "por
todos".
Ya en la última fase del pontificado de Juan Pablo II se
había intentado, por parte de algunos, pocos, dirigentes vaticanos,
entre los cuales Joseph Ratzinger, hacer revivir en las traducciones la
fidelidad a "por muchos". Pero sin ningún éxito.
Benedicto XVI ha
tomado personalmente en mano la cuestión. Prueba de ello es la carta
que ha escrito el pasado 14 de abril a los obispos de Alemania.
La
traducción íntegra de la carta está reproducida más abajo. En ella,
Benedicto XVI resume los pasajes principales de la controversia, para
motivar mejor su decisión de retomar una correcta traducción del "pro
multis".
Pero para entender más a fondo el contexto, es útil recordar aquí algunos elementos.
*
En
primer lugar, dirigiendo su carta a los obispos de Alemania, Benedicto
XVI quiere dirigirse, por medio de ellos, también a los obispos de las
otras regiones de lengua alemana: Austria, los cantones alemanes de
Suiza, Tirol del Sur en Italia.
Si en Alemania, en efecto, la
conferencia episcopal ha optado por traducir recientemente, aunque con
fuerte resistencia, el "pro multis" no como "für alle", por todos, sino
como "für viele", por muchos, en Austria no es así.
Y en Italia
tampoco. En noviembre de 2010, en una votación, de 187 obispos votantes,
sólo 11 se inclinaron por el "por muchos". A favor del "por todos" votó
una mayoría aplastante, indiferente a las indicaciones vaticanas. Poco
antes, también las conferencias episcopales de las dieciséis regiones
eclesiásticas, con la única excepción de Liguria, se habían pronunciado
para el mantenimiento de la formula "por todos".
En otras partes
del mundo se está volviendo al uso del "por muchos": en América Latina,
en España, en Hungría, en los Estados Unidos. A menudo con
contestaciones y desobediencias.
Pero es evidente que sobre esto
Benedicto XVI quiere ir hasta el fondo, sin imposiciones, pero
exhortando a los obispos a preparar al clero y a los fieles, con una
catequesis apropiada, a un cambio que, de todas formas, tendrá que
llegar.
Después de esta carta es, por lo tanto, más fácil que
también en las misas celebradas en Italia sea retomado el "por muchos",
no obstante el voto contrario de los obispos en 2010.
La nueva
versión del misal, aprobada por la conferencia episcopal italiana, está
siendo actualmente examinada por la congregación vaticana para el culto
divino. Y sobre este punto será seguramente corregida según las
indicaciones del papa.
*
Una segunda anotación se refiere a
los continuos obstáculos que el restablecimiento de una correcta
traducción del "pro multis" ha encontrado en su camino.
Hasta el
2001, los fautores de traducciones más “libres” de los textos litúrgicos
apelaban a un documento redactado en 1969 por el "Consilium ad
exsequendam Constitutionem de Sacra Liturgia", del cual era secretario
monseñor Annibale Bugnini, un documento no firmado e insólitamente
redactado en francés, usualmente citado con sus primeras palabras:
"Comme le prévoit".
En 2001, la congregación para el culto divino
publicó una instrucción, "Liturgiam authenticam", para la recta
aplicación de la reforma litúrgica conciliar. El texto, fechado 28 de
marzo, estaba firmado por el cardenal prefecto, Jorge Arturo Medina
Estévez, y por el arzobispo secretario, Francesco Pio Tamburrino, y
había sido aprobado por Juan Pablo II en una audiencia concedida ocho
días antes al cardenal secretario de Estado, Angelo Sodano.
Recordando
que el rito romano "tiene un estilo y una estructura propias que hay
que respetar en lo posible también en las traducciones", la instrucción
recomendaba una traducción de los textos litúrgicos que fuese expresión
"no tanto de ejercicio de una creatividad, como de cuidado por la
fidelidad y la exactitud en la transmisión de los textos latinos en
lengua vernácula". Las buenas traducciones – determinaba el documento –
"deben estar desvinculadas de cualquier dependencia exagerada de modos
expresivos modernos y, en general, de una lengua de tono
"psicologizante."
La instrucción "Liturgiam authenticam" ni
siguiera citaba el "Comme le prévoit". Y era una omisión deseada para
quitar definitivamente a ese texto una autoridad y una oficialidad que
no había tenido jamás.
Pero no obstante esto, la instrucción
encontró una fuerte resistencia, también en el interior de la curia
romana, tanto que fue incluso ignorada y contradicha por dos sucesivos
documentos pontificios.
El primero es la encíclica de Juan Pablo
II “Ecclesia de Eucharistia”, de 2003. En el parágrafo 2, allí donde se
recuerdan las palabras de Jesús para la consagración del vino, se lee:
"Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi sangre, sangre
de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por
todos los hombres para el perdón de los pecados (cf. Mc 14, 24; Lc 22,
20; 1 Co 11, 25)". El "por todos" es ahí una variación que no tiene
ninguna correspondencia en los textos bíblicos citados, evidentemente
introducida oyendo las traducciones presentes en los misales
postconciliares.
El segundo documento es la última de las cartas
que Juan Pablo II solía dirigir a los sacerdotes cada jueves santo.
Estaba fechada en el Policlínico Gemelli, el 13 de marzo de 2005, y en
el cuarto parágrafo dice:
"«Hoc est enim corpus meum quod pro
vobis tradetur». El cuerpo y la sangre de Cristo se han entregado para
la salvación del hombre, de todo el hombre y de todos los hombres. Es
una salvación integral y al mismo tiempo universal, porque nadie, a
menos que lo rechace libremente, es excluido del poder salvador de la
sangre de Cristo: «qui pro vobis et pro multis effundetur». Se trata de
un sacrificio ofrecido por « muchos », como dice el texto bíblico (Mc
14, 24; Mt 26, 28; cf. Is 53, 11-12), con una expresión típicamente
semítica, que indica la multitud a la que llega la salvación lograda por
el único Cristo y, al mismo tiempo, la totalidad de los seres humanos a
los que ha sido ofrecida: es sangre «derramada por vosotros y por
todos», como explicitan acertadamente algunas traducciones. En efecto,
la carne de Cristo se da « para la vida del mundo » (Jn 6, 51; cf. 1 Jn
2, 2)."
Juan Pablo II tenía la vida pendiente de un hilo, moriría
unos veinte días más tarde. Y es a un papa en estas condiciones, sin ya
ni siquiera la fuerza para leer, al que se le hizo firmar un documento
en favor de la fórmula "por todos".
Este hecho contrarió a la
congregación para la doctrina de la fe, a la cual ese texto no había
sido previamente sometido. Tanto es así que pocos días después, el 21 de
marzo, lunes santo, en una borrascosa reunión de los jefes de algunos
dicasterios de la curia, el cardenal Ratzinger presentó sus protestas.
Menos
de un mes después el mismo Ratzinger fue elegido papa, y anunciado al
mundo con visible satisfacción por el cardenal Medina, el mismo que
había firmado la instrucción "Liturgiam authenticam".
*
Con
Benedicto XVI papa, el restablecimiento de una correcta traducción del
"pro multis" se convirtió enseguida en un objetivo de su "reforma de la
reforma" en campo litúrgico.
Él sabía que habría encontrado
oposiciones tenaces. Pero en este campo nunca ha temido tomar decisiones
firmes, como prueba el motu proprio "Summorum pontificum", de 2007,
para la liberalización de la misa en rito antiguo.
Un dato de
gran interés es la modalidad con la cual Benedicto XVI quiere actuar sus
decisiones: no exclusivamente con órdenes perentorias, sino mediante
convencimiento.
Tres meses después de su elección como papa hizo
que la congregación para el culto, entonces presidida por el cardenal
Francis Arinze, llevara a cabo un sondeo entre las conferencias
episcopales para conocer su parecer sobre la traducción del "pro multis"
con "por muchos".
Obtenidos estos pareceres, el 17 de octubre de
2006, por indicación del papa, el cardenal Arinze envió una carta
circular a todas las conferencias episcopales enumerando seis razones a
favor del "por muchos" y exhortándolas – allí donde la fórmula "por
todos" estuviese en uso – a "iniciar la necesaria catequesis de los
fieles" en vista del cambio.
Es la catequesis que Benedicto XVI
sugiere llevar a cabo en particular en Alemania, en la carta por él
enviada a los obispos alemanes el pasado 14 de abril, en la cual hacer
notar que no le parece que esta iniciativa pastoral sugerida con
autoridad hace seis años se haya iniciado jamás.
Dos notas al
margen del texto papal: 1) El "Gotteslob" es el libro común de himnos y
oraciones en uso en las diócesis católicas de lengua alemana. 2) La cita
"Demos gracias al Señor que, por su gracia, me ha llamado a su
Iglesia..." es el último verso de la primera estrofa de un canto
recurrente en las iglesias alemanas: "Fest soll mein Taufbund immer
stehen".
__________
"SOMOS MUCHOS Y REPRESENTAMOS A TODOS..."
¡Excelencia!
¡Reverendo, querido arzobispo!
En
ocasión de su visita, el 15 de marzo de 2012, Usted me informó del
hecho de que entre los obispos de lengua alemana aún no hay consenso en
lo que se refiere a la traducción de las palabras "pro multis", en la
oración del canon de la santa misa.
Parece ser que existe el
peligro que en la nueva edición del "Gotteslob", cuya publicación se
espera en breve, algunas partes del área lingüística alemana desean
mantener la traducción "por todos", si bien la conferencia episcopal
alemana está de acuerdo en escribir "por muchos", tal como desea la
Santa Sede.
Le he prometido pronunciarme por escrito en mérito a
esta importante cuestión, para prevenir una división en el lugar más
íntimo de nuestra oración. Esta carta, que por medio de Usted dirijo a
todos los miembros de la conferencia episcopal alemana, también va
dirigida a los otros obispos del área de lengua alemana.
Permítanme unas breves palabras sobre cómo surgió el problema.
En
los años sesenta, cuando el misal romano, bajo la responsabilidad de
los obispos, tenía que ser traducido en alemán, existía un consenso
exegético sobre el hecho que el término "los muchos", "muchos", en
Isaías 53, 11 s., era una forma expresiva hebrea para indicar el
conjunto, "todos". La palabra "muchos" en los relatos de la institución
de Mateo y de Marcos era, por lo tanto, considerada un semitismo y tenía
que ser traducida con "todos". Ello se extendió también a la traducción
del texto latino, donde "pro multis", por medio de los relatos de los
Evangelios, se refería a Isaías 53 y, por lo tanto, debía ser traducido
con "por todos".
Mientras tanto este consenso exegético se ha
desmoronado, ya no existe. En el relato de la última cena de la
traducción unificada alemana de la Sagrada Escritura se lee: "Esta es mi
sangre, el sangre de la alianza, versado por muchos" (Mc 14, 24; cfr.
Mt 26, 28). Esto evidencia una cosa muy importante: la traducción de
"pro multis" con "por todos" no es una traducción pura, sino más bien
una interpretación que estaba, y sigue estando, bien motivada, pero es
una explicación y, por lo tanto, algo más que una traducción.
Esta
fusión entre traducción e interpretación forma parte, en cierto modo,
de los principios que inmediatamente después del Concilio guiaron la
traducción de los textos litúrgicos a las lenguas modernas. Se entendía
hasta qué punto la Biblia y los textos litúrgicos estaban distanciados
del mundo del lenguaje y del pensamiento actual de la gente, por lo que
incluso traducidos continuarían siendo incomprensibles para cuantos
participaban en las funciones. Un riesgo nuevo era el hecho que, a
través de la traducción, los textos sagrados se abrirían allí, ante
cuantos participaban a la misa y, sin embargo, seguirían estando muy
distantes de su mundo, por lo que esta distancia sería aún más visible.
Por lo que no sólo nos sentimos autorizados, sino también incluso
obligados a incluir la interpretación en la traducción para así acortar
el camino hacia las personas, cuyos corazones y mentes debían ser
alcanzados por esas palabras.
En cierta medida, el principio de
una traducción sustancial, y no necesariamente literal, de los textos
fundamentales continua estando justificado. Al pronunciar a menudo las
oraciones litúrgicas en varios idiomas, observo que a veces no hay casi
similitudes entre las distintas traducciones, y que el texto común sobre
el que se basan es, muchas veces, sólo lejanamente reconocible. Al
mismo tiempo se han verificado banalizaciones que constituyen verdaderas
pérdidas. Así, en el curso de los años, yo mismo he comprendido cada
vez con mayor claridad que, como orientación para la traducción, el
principio de correspondencia no literal, sino estructural, tiene sus
límites.
Siguiendo estas intuiciones, la instrucción para los
traductores "Liturgiam authenticam", promulgada el 28 de marzo de 2001
por la congregación para el culto divino, ha puesto en primer plano el
principio de la correspondencia literal, sin que prescriba, por
supuesto, un verbalismo unilateral.
La importante intuición sobre
la que se basa esta instrucción es la distinción, ya citada al inicio,
entre traducción e interpretación. Esa es necesaria tanto para las
palabras de la Escritura como para los textos litúrgicos. Por un lado,
la Palabra sagrada debe emerger lo más posible por sí misma, también con
su lejanía y con las preguntas que conlleva. Por otro, a la Iglesia se
le confía la tarea de la interpretación para que – en los límites de
nuestra respectiva comprensión – nos llegue el mensaje que el Señor nos
ha destinado.
Incluso la traducción más cuidada no puede
sustituir a la interpretación: forma parte de la estructura de la
Revelación el hecho que la Palabra de Dios sea leída en la comunidad
interpretativa de la Iglesia, que la fidelidad y la actualización se
vinculen entre ellas. La Palabra debe estar presente por sí misma, en su
propia forma, quizás ajena a nosotros; la interpretación debe medirse
en base a su fidelidad a la Palabra, pero al mismo tiempo debe hacerla
accesible a quien la escucha hoy en día.
En dicho contexto, la
Santa Sede ha decidido que en la nueva traducción del misal la expresión
"pro multis" debe ser traducida como tal, sin ser interpretada. La
traducción interpretativa "por todos" debe ser sustituida por la simple
traducción "por muchos". Desearía recordar que tanto en Mateo como en
Marcos no hay artículo, por lo tanto no "por los muchos", sino "por
muchos".
Si desde el punto de vista de la correlación fundamental
entre la traducción y la interpretación esta elección es, como espero,
del todo comprensible, soy consciente que ella representa un desafío
inmenso para todos aquellos a quien se ha confiado la tarea de explicar
la Palabra de Dios en la Iglesia.
Para quien normalmente
frecuenta la misa, esto parece casi inevitablemente como una fractura en
el centro mismo del rito sagrado. Preguntará: pero Cristo, ¿no ha
muerto por todos? La Iglesia, ¿ha modificado su doctrina? ¿Puede
hacerlo, le está permitido? ¿Se esta llevando a cabo una reacción que
quiere destruir la herencia del Concilio?
Gracias a la
experiencia de los últimos cincuenta años, todos nosotros sabemos cuán
profundamente la modificación de las formas y de los textos litúrgicos
afecta el alma de las personas y, por lo tanto, cuándo un cambio en un
punto tan central del texto puede inquietar a las personas. Justamente
por esto, cuando ante la diferencia entre traducción e interpretación se
eligió la traducción "muchos", se estableció también que en las
diversas áreas lingüísticas la traducción debía estar precedida por una
catequesis esmerada, con la cual los obispos debían explicar de manera
concreta a sus sacerdotes, y por medio de ellos a los fieles, de qué se
trataba.
Esta catequesis previa es el presupuesto esencial para
la entrada en vigor de la nueva traducción. En lo que a mí concierne, en
el área de lengua alemana, esta catequesis no ha existido hasta ahora.
Mi carta quiere ser una petición urgente para todos vosotros, queridos
hermanos, para preparar ahora dicha catequesis, y después hablar de ella
con vuestros sacerdotes y, al mismo tiempo, hacerla accesible a los
fieles.
En esta catequesis hay que aclarar brevemente sobre todo
por qué en la traducción del misal, después del concilio, la palabra
"muchos" ha sido traducida por "todos": para expresar de manera
inequívoca, en el sentido deseado por Jesús, la universalidad de la
salvación que llega de él.
Entonces surge enseguida la pregunta:
si Jesús ha muerto por todos, ¿por qué en las palabras de la última cena
Él ha dicho "por muchos"? Entonces, ¿por qué insistimos sobre estas
palabas de Jesús de la institución?
Antes de nada, a este punto
hay que precisar que, según Mateo y Marcos, Jesús ha dicho "por muchos",
mientras según Lucas y Pablo ha dicho "por vosotros". Ello parece
estrechar aún más el círculo. Pero justamente a partir de aquí nos
podemos acercar a la solución. Los discípulos saben que la misión de
Jesús les trasciende a ellos y al grupo; que él ha venido para reunir a
los hijos de Dios de todo el mundo que estaban dispersos (Jn 11, 52).
Las palabras "por vosotros" hacen que la misión de Jesús sea muy
concreta para los presentes. Éstos no son un elemento anónimo cualquiera
de un conjunto inmenso: cada uno de ellos sabe que el Señor ha muerto
por él, por nosotros. "Por vosotros" se extiende en el pasado y en el
futuro, se dirige a mí personalmente; nosotros, que estamos aquí
reunidos, somos conocidos y amados como tales por Jesús. Por lo tanto,
este "por vosotros" no es una reducción, sino más bien una
concretización que vale para cada comunidad que celebra la eucaristía,
que la une de manera concreta al amor de Jesús. El canon romano ha unido
entre sí dos expresiones bíblicas en las palabras de consagración, y
por lo tanto dice: "por vosotros y por muchos". Esta formula, con la
reforma litúrgica, ha sido adoptada después para todas las oraciones
eucarísticas.
Pero, de nuevo: ¿por qué "por muchos"? ¿Acaso el
Señor no ha muerto por todos? El hecho que Jesucristo, como Hijo de Dios
hecho hombre, sea el hombre para todos los hombres, el nuevo Adán, es
una de las certezas fundamentales de nuestra fe. Querría a este respecto
recordar sólo tres versos de las Escrituras. Dios "entregó por todos
nosotros" a su proprio Hijo, dice Pablo en la carta a los Romanos (8,
32). "Uno solo murió por todos", afirma en la segunda carta a los
Corintios a propósito de la muerte de Jesús (5, 14). Jesús "se entregó a
sí mismo para rescatar a todos", se lee en la primera carta a Timoteo
(2, 6).
Pero entonces se necesita preguntar otra vez: si esto es
tan obvio, ¿por qué la oración eucarística dice "por muchos"? La Iglesia
ha tomado esta formulación de los relatos de la institución del Nuevo
Testamento. La usa por respeto de la palabra de Dios, para serle fiel
hasta en la palabra. El temor reverencial ante la misma palabra de Jesús
es la razón de la formulación de la oración eucarística. Entonces
preguntamos: ¿por qué Jesús lo ha dicho así? La razón verdadera consiste
en el hecho que Jesús, de esta manera, se ha hecho reconocer como el
siervo de Dios de Isaías 53, que él se ha revelado como la figura
anunciada de la profecía. El temor reverencial de la Iglesia ante la
palabra de Dios, la fidelidad de Jesús a las palabras de la "Escritura":
esta doble fidelidad es el motivo concreto de la formulación "por
muchos". En esta cadena de reverente fidelidad nosotros nos introducimos
con la traducción literal de las palabras de la Escritura.
Como
hemos visto antes, el "por vosotros" de la tradición paolino-lucana no
restringe sino que concretiza, por lo que ahora podemos reconocer que la
dialéctica entre "muchos" y "tantos" tiene su importancia. "Todos" se
mueve en el plano ontológico: el ser y el actuar de Jesús comprende a la
humanidad entera, el pasado, el presente y el futuro. Pero de hecho,
históricamente, en la comunidad concreta de los que celebran la
eucaristía él llega sólo a "muchos". Se puede, por lo tanto, reconocer
un triple significado de la atribución de "muchos" y "todos".
Primero
de todo, para nosotros, que podemos sentarnos a su mesa, debe
significar sorpresa, alegría y gratitud por haber sido llamados, por
poder estar con él y poderlo conocer. "Demos gracias al Señor que, por
su gracia, me ha llamado a su Iglesia...".
Sin embargo, después,
en segundo lugar, hay una responsabilidad. La forma en que el Señor
alcanza a los otros – "todos" – a su modo, en el fondo sigue siendo su
misterio. Sin embargo, es indudablemente una responsabilidad ser
llamados directamente por él a su mesa para poder oír: por vosotros, por
mí, él ha sufrido. Los muchos tienen la responsabilidad por todos. La
comunidad de los muchos deben ser luz en el candelabro, ciudad sobre el
monte, levadura para todos. Esta es una vocación que concierne a cada
uno de manera completamente personal. Los muchos, que somos nosotros,
deben tener la responsabilidad del conjunto, conscientes de su misión.
Por
último puede añadirse un tercer aspecto. En la sociedad actual tenemos
la sensación de no ser en absoluto "muchos", sino muy pocos, una pequeña
masa que sigue disminuyendo. En cambio, no: somos "muchos": "Después de
esto, vi una enorme muchedumbre, imposible de contar, formada por gente
de todas las naciones, familias, pueblos y lenguas" (Ap 7, 9). Somos
muchos y representamos a todos. Por lo tanto, las palabras "muchos" y
"todos" van juntas y hacen referencia la una a la otra en la
responsabilidad y en la promesa.
¡Excelencia, querido hermano en
el obispado! Con todo esto he querido indicar las líneas fundamentales
de la catequesis, con la cual sacerdotes y laicos deberán prepararse lo
antes posible a la nueva traducción. Deseo que todo esto pueda servir
también a una participación más intensa en la celebración de la sagrada
eucaristía, incluyéndose de este modo en el gran compromiso al que
tendremos que enfrentarnos en el "Año de la Fe". Espero que esta
catequesis esté pronto preparada, y que de este modo se convierta en
parte de la renovación litúrgica para la cual el Concilio ha trabajado
desde su primera sesión.
Con los saludos pascuales de bendición, suyo en el Señor.
Benedictus PP XVI
14 de abril de 2012